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Javier Barón. Foto: AFA

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Creador de un estilo elegante que ahonda en el clasicismo sin perderse en lo superfluo, Javier Barón (Alcalá de Guadaíra, 1963) es uno de bailaores de flamenco actuales más reconocidos. Premio Nacional de Danza de Interpretación en 2008, ha desarrollado también su personal forma de entender el baile en las numerosas coreografías que ha creado para su propia compañía que fundó en 1997. Por estos motivos, Rubén Olmo le ha invitado para que dirija el remontaje con los bailarines del Ballet Nacional de España de 'De mis soleares vengo', baile por soleá de Alcalá con el que ganó el Premio Giraldillo en la Bienal de Sevilla en 1988.

¿Cómo fueron tus inicios como bailaor flamenco?

Todo comenzó en el colegio. Era fin de curso, y el maestro que yo tenía me puso a bailar por sevillanas con una chica. Ella sabía bailar sevillanas, pero yo no tenía ni idea, y de ahí surgió. Los que me vieron bailar les comentaron a mis padres que yo tenía algo especial. Y de ahí mis padres buscaron un profesor para que aprendiera a bailar por sevillanas y rumbas. El primer profesor que tuve fue Antonio Zarandilla, con quien estuve dos años y gané varios concursos de sevillanas. Después, estudié flamenco en Sevilla con el maestro Pepe Ríos. Con él aprendí compás, a bailar por soleá, y algo de bulerías. Cuando mi tío Manolo me llevó con él a Madrid, empecé a aprender de muchos maestros, y a bailar en casi todos los tablaos para pagarme las clases. Y de ahí fue entrar en la Escuela del Ballet Nacional de España.

Vuelves ahora al Ballet Nacional de España, donde bailaste durante varios años cuando eras muy joven. ¿Cómo fue tu experiencia aquí? ¿Qué recuerdos tienes?

Para mi es una gran alegría volver a donde recibí mi gran formación en todos los sentidos dentro de la danza en general. Entré en la Escuela en 1980 bajo la dirección de Antonio Gades y, seis meses después, ingresé en el Ballet Nacional de España con la dirección de Antonio Ruiz Soler. Estuve bailando un año y volví a la compañía entre 1984 y 1986, con la dirección de María de Ávila, hasta que solicité una excedencia.

La experiencia fue muy grande para mí y para mi formación profesional. Tengo grandes recuerdos de lo que aprendí. En los años en los que estuve asistí a la creación de bellos montajes coreográficos de grandes maestros. Bailé coreografías de Antonio Ruiz Soler, Luisillo, Mariemma, Alberto Lorca, José Granero, José Antonio, Ángel Pericet, Pedro Azorín, Juan Quintero, Victoria Eugenia ‘Betty’... Todos esos conocimientos me ayudaron a crear después mis propias coreografías.

Te formaste con numerosos maestros de prestigio como Ciro y estrenaste un espectáculo homenaje a Vicente Escudero. ¿Te identificas con su estilo? ¿Qué otros maestros te han influenciado o cuáles recomendarías a los jóvenes bailaores como modelos?

La verdad es que he tenido mucha suerte con respecto a todos los maestros que he tenido desde mis comienzos siendo un niño: Antonio Zarandilla, Pepe Ríos, Toni El Pelao, Faico, Trini España, Tomás de Madrid, María Magdalena, Rafael de Córdoba, Manolete y Ciro. Este último fue la persona que más me ha enseñado como profesional y como persona, y nos unió una buena amistad. Él me preparó los bailes para presentarme al concurso del Giraldillo de Baile de la V Bienal de Flamenco de Sevilla en 1988, en el Teatro Lope de Vega, que gané. Estoy muy agradecido al maestro Ciro por lo que me ayudó en esos momentos y por todo lo que me aconsejó dentro del baile flamenco. Soy afortunado por haber tenido a todos estos maestros. Siempre me ha gustado aprender lo más posible.

A Vicente Escudero, que es un gran referente para muchos ahora, no lo conocía y cuando me enseñaron cosas de él me sorprendió su forma de bailar y su arte también fuera del baile. Fue muy grande para mí en esos momentos y le quise rendir un homenaje en el espectáculo Baile de hierro, Baile de bronce que estrené en la XI Bienal de Flamenco de Sevilla en 2000. Me reconozco en parte de su estilo, en su elegancia y sobriedad, a la vez moderno y contemporáneo.

Otro maestro que me influyó mucho fue Mario Maya. Le vi por primera vez en el espectáculo ¡Ay! Jondo en la Sala Olimpia de Madrid. Era una maravilla en la danza y un grande del flamenco.

Es difícil para mí recomendar a uno u otro.

¿Cómo definirías tu estilo de baile? ¿Te identificas con la definición de tu baile como clásico, sin efectismos, elegante y depurado?

Yo, la verdad, es que me identifico, o considero, dentro del baile flamenco en todo lo que llevo. Las palabras que mejor me definen son estas que escribieron sobre mí: “Clasicismo de resonancias contemporáneas. Tradición ensimismada en el flamenco actual. De elegancia plausible. Dibujando la esencia de un arte universal. Con líneas estéticas claramente definidas y depuradas. Rehusando de efectismos superfluos. De porte sincero y condición humilde. Su arte busca la sencillez en cada instante. Hace lo fácil lo difícil. O lo difícil, fácil. Con mucho trabajo y  esfuerzo. Sin escatimar en nada. Recursos no le faltan. Aunque  no persiga el replante esperado ni el guiño demandado. Bailaor de equilibrios. Apuesta por el todo. Se planta en el escenario como un galán. Sin argumentos  más que su baile. Con él nos cuenta mil y una historias. Mesura y sosiego. Temple y calma. Reminiscencias toreras. Indagando en la más llana autenticidad. Sin banalidades. Matizando cada movimiento, cada giro, cada braceo. Sin descomponerse. En sus propuestas prima la armonía, el conjunto. En su justa medida. Javier Barón, baile de elegancia ponderada”.

Llevas años investigando sobre el flamenco. ¿Cómo es el camino que ha recorrido el arte jondo hasta el momento actual?

La verdad es que llevo tanto tiempo buscando y aprendiendo cosas para hacer, y por mor de aportar mi granito de arena dentro de este mundo tan grande... a veces pequeño... pero más bien grande. Todo está hecho, pero aportar algo personal tuyo en flamenco te hace muy feliz.

¿El flamenco vive un buen momento?

Para mí, no está mal, pero estos años atrás se nos han ido grandes maestros del baile, el cante y la guitarra. Siempre será necesario volver a estos grandes maestros, que nos enseñaron mucho y que siempre serán pilares muy importantes del flamenco. Ahora tenemos gente muy buena, pero tendremos que esperar mucho para que se repitan los maestros que tuvimos, con tanto arte, inspiración y sabiduría en este arte tan grande que es el flamenco.

Entre mujeres es la última de tus coreografías, un homenaje a las mujeres de tu vida. ¿Cuál es el papel de las mujeres en el flamenco?

Tenía que hacer algo a las mujeres que siempre han estado a mi lado, ayudado, querido, y aconsejado en mi vida y en tantas cosas que me han pasado con ellas. El fallecimiento de mi madre, hace tres años ahora, fue lo que me hizo pensar en crear este espectáculo.

Madre, sustento y fuerza. Abuelas y tías, ternura y cuidados. Parejas y amores que llevan y traen a la vida. He buscado contar la visión hacia el universo femenino tal como la percibe un hombre. Para ello, me he rodeado de una puesta en escena cuidada, donde la luz y las imágenes me conducen a lo largo de las épocas de una vida. Entre mujeres incluye una propuesta escénica con la solidez y sensibilidad que realiza la dirección de David Fernández Troncoso, de larga trayectoria en la realización de montajes de flamenco y teatro.

Hoy en día, por fortuna, son muchas las piezas artísticas-flamencas en particular en las que la mujer se muestra a sí misma, nos habla, se reivindica, nos interpela. Aquí estamos ante algo distinto, que bien puede ir de la mano. El homenaje, el baile de amor y recuerdo de un artista hacia las figuras femeninas que llenan la evocación de su recuerdo y su presente.

La mujer en el flamenco tiene un valor muy grande, tanto en el cante como en el baile y en la guitarra.

Bailar supone un proceso de perfeccionamiento, que comprende técnica y sentimiento. ¿Es más importante alguno de los dos aspectos para ti?

Antes, el hecho de bailar –hablo de lo que yo viví- era la personalidad de cada artista, su forma de bailar, con sus recursos, sin argumento, solo bailar y arte. Para mí, ahora hay más preparación, estudios y técnica. Pero los bailarines somos sentimientos; cuando el corazón te lleva, con técnica o sin ella, hay verdad y belleza.

¿Qué vas a trabajar con los bailarines del Ballet Nacional de España en este taller coreográfico?

Vamos a trabajar De mis soleares vengo, el baile por soleá de Alcalá. Este palo tan reconocido en el mundo del flamenco como cante grande nació en mi pueblo, en la tierra bendita de Alcalá de Guadaíra, donde lo crearon Joaquín de la Paula y Manolito María.

¿Cuál es el mensaje que quieres transmitir a los bailarines?

Ante todo, para mí es un orgullo y un placer poder hacer este taller coreográfico con los bailarines del Ballet Nacional de España, compartir mi baile personal, el que es mi estilo querido, y conseguir que sea algo emocional y especial. Pretendo explicarles cómo lo siento y lo hago, y enseñarles mi forma de hacer este baile. Espero que estos días sean un aprendizaje, tanto para ellos como para mí.