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Malo será. Foto: Fernando Marcos.

Actualidad

Primer bailarín del Ballet Nacional de España, donde entró en 2002 bajo la dirección de Elvira Andrés. La primera coreografía que bailó con nosotros fue Fuenteovejuna, de Antonio Gades, obra que le inspiró a investigar más sobre las danzas tradicionales. Ejemplo de su trabajo es el solo Fandango charro, que interpretó en la Gala del INAEM con motivo del Día de la Música 2020. Más recientemente, el 11 de marzo de 2022, la compañía Larreal estrenó Malo será, la coreografía de estilización de bailes gallegos y onubenses que ha creado para los alumnos del Real Conservatorio Superior de Danza de Madrid ‘Mariemma’. Eduardo Martínez transita a través del folclore estilizado en esta coreografía por temas como la hipocresía social, la infidelidad, el empoderamiento femenino y los ritos de paso.

¿Qué has querido transmitir con la coreografía Malo será?

Es una expresión que se utiliza en Galicia para expresar esperanza, que al final todo irá bien. Hay un fragmento que yo he utilizado para explicar a los bailarines ese concepto que creo que resumen bien esta actitud: “Non se sabe si todos los duelos pasan con pena, si los amores a veces no son sanos, si celebramos la vida o solo la aceptamos, si bailamos y cantamos, o venimos y vamos, porque todo depende… Aun así ¡malo será!”.

Esta coreografía pasa por muchas emociones, del duelo inicial de un funeral, con un toque cómico, a la falsedad de la viuda y su amante, la alegría grupal de una fiesta popular, la soledad y la vergüenza de un hombre abandonado porque engañaba a dos mujeres a la vez, hasta llegar a la celebración de todo el pueblo bailando juntos. El diseño de iluminación que ha realizado Olga García comienza con tonos oscuros y termina con una explosión de colores.

¿En qué danzas populares te has inspirado para crear esta coreografía de folclore estilizado?

Me he basado, con todo el respeto, en danzas gallegas, desde una muñeira a una jota, principalmente, y las he reelaborado. La danza gallega es muy rica en pasos, muy vistosa y diferente. Pueblos vecinos pueden bailar la misma danza de forma distinta. También poseen una indumentaria muy rica. Aunque, en este caso, el vestuario diseñado por Carmen Granell posee pinceladas de la cultura portuguesa.

También aparece La toná del pino, una danza de Huelva que se baila el Día de San Juan, que posee un tiempo musical un poco extraño, y que quise compartir con los alumnos del Conservatorio.

¿De quién es la música?

He querido contar con composiciones de Xurxo Fernándes, un músico gallego que recoge y reelabora ritmos y cantares de su tierra y también de origen serfadí. Algunos de los temas proceden de su disco Levaino! y otras son composiciones no editadas aún.

¿De dónde surge tu interés por las danzas tradicionales?

Cuando realmente le di al folclore la importancia que tenía fue cuando entré en el Ballet Nacional de España y lo primero que bailé fue Fuenteovejuna. Decidí entonces dar clases de danzas tradicionales, pandereta y canto para entenderlo mejor desde una perspectiva más completa. Cuando estudié en el Conservatorio de danza, a la asignatura de Folclore se le dedicaba menos tiempo que al resto de estilos. Creo que deberían darle tanta importancia como a la escuela bolera, la danza estilizada y el flamenco porque es un estilo muy rico, con pasos muy variados, diferentes en cada zona. Aunque encuentras jotas en toda España, porque las influencias viajan de un lugar a otro, ya que así es como la humanidad se nutre. Eso es lo que me gusta, estudiar esa unión y todo el significado de la indumentaria y la cultura donde ha surgido esa danza.

Me parece admirable cómo en comunidades como Galicia enseñan danzas tradicionales en el colegio a todos los niños. ¿No sería maravilloso que se hiciera en todas las comunidades autónomas?

Afortunadamente, desde hace un par de años está en auge. Más artistas se están interesando por el folclore, como David Coria o Paula Comitre, creadores flamencos para los que he coreografiado y que me han pedido nuevos lenguajes que se diferencien de su estilo.

¿Cómo calificarías la experiencia de compartir la danza tradicional con este grupo de estudiantes tan jóvenes?

Ha sido un trabajo de meses durante los que nos hemos reído muchísimo. Intentaba explicarles ese ambiente de pueblo pequeño, en el que todos conocen los secretos de todos, y alegrías y penas se comparten en compañía, haciéndoles ver que no es tan diferente a lo que ellos pueden vivir. Hemos disfrutado del proceso y el resultado final tiene tanto de mí como de ellos.