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Jon Maya. Foto: Jon Urbe

Actualidad

El bailarín y coreógrafo Jon Maya (Errenteria, 1977) se considera ante todo un dantzari, una persona formada en danza tradicional. Y con esos mimbres, enraizados en la tradición, ha tejido una trayectoria que le ha llevado desde el grupo de danza Ereintza, donde comenzó a bailar con seis años, hasta crear y dirigir desde 2002 la compañía Kukai Dantza. Con la finalidad de crear espectáculos contemporáneos a partir de la danza tradicional vasca, y el encuentro con otros creadores, disciplinas y ámbitos, ha recorrido el mundo con sus propuestas, que en el futuro tendrán acento flamenco.

¿Qué papel juega el folclore vasco en tu estilo de danza? ¿Es un punto de partida para desarrollar danza contemporánea o te acercas a lo contemporáneo para actualizar el folclore? Es decir: ¿Bailas folclore contemporáneo o danza contemporánea con raíces vascas?

Me considero dantzari; soy una persona que se ha formado en el ámbito de la danza tradicional vasca. A partir de la creación de Kukai Dantza, empezamos una trayectoria de encuentro entre la danza tradicional y contemporánea, explorando en sus territorios comunes. Como bailarín, mi movimiento es tradicional; es lo que tengo en el cuerpo por mi formación. Como creador, diría que la danza tradicional es la fuente y el origen para ese camino que emprendemos en cada creación, y que en el camino nos encontramos con diferentes artistas, lenguajes y disciplinas artísticas.

¿Qué diferencias existen (si hay) entre la danza que se baila en las plazas de los pueblos y la danza escénica?

Muchas. Comenzando desde su función: una tiene una función social, lúdica…; la otra, más estética. Y esa función repercute directamente en la forma.

¿Qué diferencias hay entre un bailarín y un ‘dantzari’ y por qué te consideras lo último?

Para mí, un dantzari es una persona formada en la danza tradicional; y mi mayor formación nace desde ahí, he nacido en ese mundo. Y por eso siempre me consideraré dantzari.

Has sido siete veces campeón de Euskadi de ‘aurreskularis’. El ‘aurresku’ se baila regularmente en bodas, ceremonias, actos públicos… ¿La danza tradicional vasca está más viva que en otros lugares? ¿Por qué?

Aunque el aurresku se conoce mediáticamente por este tipo de actos es un ciclo de danzas mucho más amplio, con valor simbólico. Y la danza vasca también es más amplia que el aurresku. Siendo un territorio tan pequeño, tiene una grandeza estilística y coreográfica muy importante. Creo que la clave de que la danza tenga presencia social es que siempre sea contemporánea, que camine con nosotros en el tiempo e incorporarla a nuestra cotidianeidad.

¿Cómo se conjuga la universalidad de la danza con la especificidad de una tradición local en el ámbito de una compañía cuyos espectáculos se representan internacionalmente? ¿Cómo lo recibe el espectador no iniciado en los códigos de la tradición vasca?

La danza es danza, el movimiento es movimiento. Y los sentimientos llegan con una técnica o con otra. Oteiza decía que la mejor forma de ser universal es profundizar en nuestras raíces. Me identifico mucho con ello. Creo que los escenarios internacionales encuentran elementos con personalidad e identidad en nuestra danza, incluso cierto exotismo, y a su vez, una forma de hacer y un diálogo con los elementos con los que convivimos diariamente. La danza de raíz puede ser tan universal como cualquier otro estilo de danzas.

¿Tienes alguna temática habitual o recurrente? ¿Qué temas tratas en tus coreografías?

Hemos trabajado temas muy variados: hecho referencias a artistas como Oteiza o Sarrionandia; reflexionado sobre los ritos, enfocado la danza en su función más lúdica. ¡Incluso un encuentro de la danza con el fútbol! Me interesa mucho el encuentro, el enriquecimiento constante, indagar en los espacios comunes entre diferentes visiones y relaciones con diversas disciplinas artísticas. Las creaciones son una forma de comunicar, una forma de mostrar tu mirada al mundo.

¿Exploras caminos diferentes fuera de Kukai Dantza?

Creo que Jon es Kukai y Kukai es Jon. Aunque haya realizado exploraciones en otros ámbitos como el teatro (CDN, Teatro Español…) u otros trabajos más personales como Gauekoak, Soliloquios, lo veo todo en la misma línea de trabajo.

¿Hacia dónde quieres dirigir ahora tu trayectoria?

Me gustaría seguir y profundizar en la línea de trabajo de estos últimos años. Indudablemente, me veo más en labor de coreógrafo y director. Cada vez me interesa más el encuentro entre diferentes, la exploración de formatos que traspasan el escenario. Como bailarín, aunque tuve la tentación de no volver a subirme al escenario, me interesa encontrarme con gente que trabaje desde la raíz o tenga esa sensibilidad. En esta línea voy a emprender un proceso de encuentro con el flamenco. Las dos líneas de trabajo van en una misma dirección, pero se desarrollan por caminos diferentes y son complementarias entre sí.

¿Cómo has planteado el taller coreográfico con los bailarines del Ballet Nacional de España?

Me gustaría trabajar con ellos sobre el concepto de la fuente; el sonido y el movimiento de cada uno a través de ese concepto. Para ello voy a contar con el dramaturgo Ximun Fuchs y el compositor y experto en audio Xabier Erkizia. Desde el movimiento, el sonido y la dramaturgia intentaremos buscar los diferentes colores de la compañía, y desde ahí trabajar su unión.

¿Qué enseñanza pretendes que se lleven consigo al finalizar?

Me gustaría compartir un camino con ellos y que todos fuésemos cómplices de este laboratorio. No trabajaremos una técnica, emprenderemos una búsqueda.