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El 11 de abril, Día Mundial del Párkinson, el Ballet Nacional de España colabora con el programa Danza para el Parkinson en su iniciativa de socialización y visibilización de esta enfermedad neurodegenerativa, crónica e invalidante, que afecta a 160.000 personas en España y a más de 7 millones de personas en todo el mundo.
La danza ayuda a las personas que sufren la enfermedad de Párkinson a desarrollar progresivamente habilidades motoras, como la flexibilidad, la resistencia y el equilibrio, a la que vez que es una actividad estimulante para su mente y que les ayuda a crear conexiones sociales. Esto es lo que defiende el programa Danza para el Párkinson, que profesionales de la danza desarrollan en 25 países desde hace 20 años.
Para colaborar con este programa y dar visibilidad a esta enfermedad neurodegenerativa, integrantes del Ballet Nacional de España, dirigido por Rubén Olmo, han impartido una clase de danza a un grupo de personas pertenecientes a la Asociación Párkinson Móstoles (Madrid) y a APARKAM.
“Me ha emocionado ver cómo estas personas con párkinson querían ser fuertes y seguir los pasos a pesar de ser un gran esfuerzo para ellos”, asegura Rubén Olmo, que añade que los beneficios que la danza aporta a estas personas es que les permite controlar sus movimientos, sentirse más libres y más felices. “La danza da paz a su vida”.
El director, junto con la primera bailarina Inmaculada Salomón y el bailarín del Ballet Nacional de España Alfredo Mérida, han mostrado los pasos coreográficos creados por la primera bailarina a los participantes en esta iniciativa, organizada con motivo del Día Mundial del Párkinson, que se celebra cada año el 11 de abril.
Estuvieron acompañados por Guillermina de Bedoya, Paloma Alfonsel y Concha Mora, profesoras de la Asociación de Profesionales de la Danza en la Comunidad de Madrid (APDCM), impulsores de este programa.
“La danza nos ayuda a no quedarnos parados”, aporta uno de los participantes con párkinson como una de las razones por las que realiza esta actividad regularmente. El cerebro de las personas con esta enfermedad, cuyo origen aún no ha sido descubierto, no transmite correctamente las señales nerviosas, lo que les provoca dificultad para controlar sus movimientos. Explorar los movimientos con la ayuda de la música, tanto de pie como sentados, aporta beneficios físicos y también emocionales, al ser una actividad que crea conexiones sociales y sentido de pertenencia a un grupo. “Después de cada sesión sales diferente; te quita las penas y te da ganas de vivir”, asegura.
Como resume César Casares, presidente de la APDCM: “La danza no es solo un entretenimiento. Es un aporte esencial para el bienestar social e individual”. Inmaculada Salomón añade: “Estoy muy orgullosa de que lo que hago cada día pueda ayudar a otras personas”.