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Estreno absoluto por el Ballet Nacional de España el 16 de diciembre de 1988, en el Teatro de La Zarzuela de Madrid (España).
Dos hermanas gitanas, Soleá y Margara, cuyos maridos están en prisión, conocen en una fiesta a un apuesto Payo, que muy pronto seducirá a Soleá. Su hermana, arrebatada por los celos, comienza a urdir la venganza. La acción se desarrolla en la baja Andalucía a fines del siglo XIX.
Coreografía: José Antonio
Música: Manolo Sanlúcar (original)
Figurines: Pedro Moreno
Escenografía: Pedro Moreno
Libreto: Manolo Sanlúcar (original)
Iluminación: José Antonio
Prólogo: En el lugar de la condena
Unos presos cumplen condena en unas canteras: entre ellos están Juan y Curro, esposos de dos hermanas, Soleá y Margara: las Mirri. Ellos han dado muerte a uno de los hijos del herrero. Las
mujeres vienen a ver a sus maridos.
Escena segunda: Entre los Mirri y la fragua
La familia de los Mirri vive en una relativa paz con sus cercanos vecinos los herreros. El padre con su guitarra, el tío barbero que mata las horas muertas afilando su navaja, la tía Ana, siempre a la puerta de su casa. Por su parte, en la fragua cuatro gitanos trabajan el hierro; es el herrero con sus tres hijos. Uno de ellos, Ramón, está enamorado de Soleá. El padre de los jóvenes herreros lo intuye y procura evitar todo roce entre ellos. En la tierra de nadie que hay entre la casa de los Mirri y la fragua, se baila.
Escena tercera (ligada a la anterior): Un payo en el camino
El baile se convierte en auténtica fiesta y es interrumpida por la llegada del Payo: un soberbio señorito andaluz con una idea fija: Soleá. El Payo hace ostentación de su poderío, pero Soleá le rechaza suavemente. El Payo se marcha mirando por encima del hombro a los herreros, pero ya ha sembrado su semilla en aquella mujer.
Escena cuarta: Recogiendo caracoles
Las mujeres del pueblo van a recoger caracoles. Entre ellas, Soleá y Margara, que son seguidas por Ramón hasta que las aborda. Margara se interpone entre el herrero y Soleá evidenciando su amor por Ramón, a quien quiere para sí. Pero él la rechaza, sólo tiene ojos para su ideal: Soleá. Margara despechada sale jurando: “O mío o de nadie”.
Escena quinta: Un mercadillo en la plaza
Todos van a comprar y vender al mercadillo del pueblo. Allí están los Mirri y los herreros. La Guardia Civil quiere levantar los puestos que no tienen permiso y el tío Pili, el barbero, sale en defensa de los gitanos sin licencia. Mientras tanto, Margara atraviesa anónimamente la escena en busca de venganza. El sargento de la Guardia Civil simula una detención del barbero, pero es sólo una broma ante la que todos ríen y bailan. El mercadillo se cierra y el gentío empieza a dispersarse. Entonces el Payo corteja de nuevo a Soleá quien, poco a poco, cede a la seducción del joven apuesto y rico. Ramón lo ve todo y sufre en silencio. El Payo, después de haber obtenido lo que quería de Soleá, la desprecia. Ella está desconsolada y Ramón pretende acercarse. Soleá le rechaza y el joven herrero huye. Soleá,
sola, baila su dolor y su recuerdo.
Escena sexta (ligada a la anterior): Fraguando la muerte
En la fragua Ramón está preparando un cuchillo para lavar la honra de Soleá. Mientras, en el otro extremo Soleá llora su pena. Terminada la pieza de matar, Ramón sale a buscar al Payo.
Escena séptima: En el camino
Margara, loca por vengarse de su hermana Soleá, encuentra alivio en culpar a Ramón delante de Juan ayudándole a escapar del lugar de la condena e incitándole para que mate a Ramón. Los herreros saben ya que Juan ha huido de la cárcel y van en su busca el padre y dos de sus hijos, hasta que le encuentren. Margara interfiere el ajuste de cuentas por el hijo del herrero que Juan mató, pero la lucha es demasiado cruenta y Margara, incapaz de detenerlos, acude a buscar a Soleá. Los herreros hieren mortalmente a Juan y huyen, poco después Soleá y Margara llegan donde Juan agoniza y éste le pide a Soleá que termine lo que él no ha podido poniéndole en sus manos un puñal. Soleá rechaza el arma y mientras Juan muere niega que Ramón la haya mancillado. Entonces llega Ramón limpiando su cuchillo con el pañuelo del Payo y brindándole la pieza ensangrentada a Soleá. Margara incita a Soleá a la muerte y le vuelve a poner en la mano el cuchillo para que mate a Ramón. En estos momentos llegan todos los Mirri listos para huir de la escena de la tragedia. Soleá les obliga a marchar con Margara a cuestas. Soleá recoge el pañuelo del Payo y lo besa, para finalmente unir en su regazo bajo el pañolón a aquellos dos hombres, Ramón y Juan que han muerto por ella.