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Javier Latorre vuelve a la que fue su casa para recuperar El Loco, una de sus últimas creaciones para el Ballet Nacional de España, después de 18 años desde su estreno en el Teatro Real de Madrid.

Cuando a un coreógrafo le dicen que vuelven a reponer una coreografía suya, ¿qué es en lo primero que piensa?

Pues depende de la obra y del contexto. En el caso de “El Loco”, cuando Rubén me planteó la reposición lo primero que pensé fue  Porque es una obra que solo puede ser puesta en pie por esta compañía. Porque es una de las obras más completas y complejas que he creado, tanto argumental como estilísticamente 

 Además de contar la historia de Félix Fernández ¿qué se pretende transmitir al espectador con esta obra?

Esta es una historia de amor pura y dura. Una historia de amor desde la perspectiva de un hombre que ve y siente diferente, que tiene una visión propia de la realidad y cuya forma de demostrar ese amor a su baile y entregarse completamente a él, a su maestro, a sus principios, es la más sagrada para él, en una iglesia, desnudo y ante Dios.

 En este ballet encontramos escenas o momentos de la vida de Félix Fernández muy distintos. ¿Puedes contarnos más sobre cómo has creado cada uno de esas escenas en El Loco?

Hay tres ámbitos bien definidos, tanto por relato como por música y estilo dancístico.

Está su juventud, definida por la música de Juan Manuel Cañizares, la etapa de encuentro con su maestro, el Café Cantante, la parte más flamenca de la obra.

Luego está su viaje a Londres con los Ballets Rusos para el montaje de “El Sombrero de Tres Picos “. Toda esta parte está contada con la misma música de Manuel de Falla y con el clásico español como lenguaje dancístico.

Y por último tenemos los momentos de locura donde la música de Mauricio Sotelo guía la acción y donde el lenguaje coreográfico es mucho más ecléctico y fuera de estilo definido.

¿En qué parte de la obra has podido desarrollar una mayor creatividad?

He tratado de desarrollar toda la creatividad de la que dispongo en todos y cada uno de los pasos y movimientos  que componen la obra.

 En este ballet la música tiene un peso determinante, no solo por El Sombrero de tres picos de Falla ¿cómo fue la creación musical de Mauricio Sotelo y la de Juan Manuel Cañizares para este ballet?

Pues la esperable de dos genios como ellos. Mauricio crea ese mundo paralelo en el que vive Félix, flamenco pero distorsionado, con el saxo como cantaor desesperado. Mauricio es un gran conocedor del flamenco pero su lenguaje es de otro mundo, lo cual es exactamente lo que buscamos.

Y Cañizares consigue que el flamenco de 1914 suene a 2050. Es el genio de las armonías, de los tránsitos tonales inverosímiles y que ayudan también a entender la visión de Félix, totalmente pura y limpia, pero distorsionada.

De Falla qué puedo decir. He bailado su música cientos de veces, conozco cada nota, cada instrumento. Con “El Sombrero” me siento en casa.

 Esta nueva reedición de la obra, ¿sirve para recuperar al bailaor Félix Fernández?

Esta obra, ante todo, reivindica a la danza, a la cultura, a la pasión, al amor al arte, y a la misma locura, no como enfermedad física sino como elemento onírico imprescindible para que siga habiendo artistas en este mundo.

 ¿Qué hay de nuevo en este Loco que veremos en el Teatro de la Zarzuela, frente al que se vio en su estreno en 2004?

Muchísimas cosas, empezando por todo lo vivido por los autores, que felizmente seguimos siendo los mismos. Toda esa experiencia adquirida en estos 18 años transcurridos nos ha dado, tanto a Paco López como a mí, una visión mucho más clara y rica de la que teníamos. Además de estar trabajando con un elenco de bailarines completamente nuevo lo que ya de por sí lo cambia todo.

Hay alguna música nueva, coreografías nuevas, y una actualización profunda del lenguaje dancístico y coreográfico.

Creo que es una versión 2.0 mucho más completa que la primera.