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Dramaturgo y director de escena, Paco López tiene la oportunidad de volver a dotar de significado a la obra El Loco para poder mostrar el alma y los fantasmas que rondaban por la cabeza del bailaor Félix Fernández.

El loco se estrenó en 2004, ¿Qué fue lo que te hizo participar en la creación de este ballet?

El Loco fue un proyecto que presenté a la entonces directora del BNE, Elvira Andrés; a quien quiero agradecer desde aquí la entusiástica acogida que dio a mi ficción dramatúrgica sobre Félix García y su interés inmediato porque se convirtiese en un ballet.

¿Qué es lo que se siente cuando se reestrena una obra tuya después de tantos años?

Una gran alegría. Que Rubén Olmo haya posibilitado la vuelta a la vida de nuestro ‘Loco’ me ha permitido profundizar en la manera de contar la historia y, sobre todo, en una creación de los personajes (empezando por el propio Félix) más rica y, entiendo, satisfactoria para todos.

¿Es complicado crear un ballet argumental y que el público lo sepa interpretar?

Puede pensarse que hay una danza ‘pura’, sin argumento, y otra que cuenta una historia. A mi manera de ver, no hay danza sin dramaturgia: sin una estructura del tipo que sea que le dé coherencia y sentido a una coreografía, a su ‘argumento’. Un paso más se da cuando nos referimos al ballet narrativo, de larga extensión y que intenta vehicular un relato más complejo, con desarrollo temporal. Aquí, el ballet flamenco se encuentra con limitaciones: no tanto de sus propias potencialidades como de desarrollo coréutico de su lenguaje narrativo. No hay que olvidar que el ballet flamenco apenas ha tenido tiempo real de experimentar su propia evolución, frente a otras manifestaciones dancísticas (como el ballet clásico) que lo han hecho durante siglos. Mi esfuerzo fundamental estuvo dirigido a lograr un punto de vista y un desarrollo de los acontecimientos lo suficientemente claros y sintéticos como para permitir la convergencia dramatúrgica de los equipos de creación (Javier Latorre, Mauricio Sotelo, J.M. Cañizares) y artístico (Jesús Ruiz, Nicolás Fischtel).

¿Fue fácil documentarte y estudiar la vida de un personaje como Félix Fernández?

Cuando me interesé por Félix Fernández, apenas si encontré una ‘biografía’ con mucho de ficción y noticias sueltas, transmitidas por personajes que compartieron la aventura de Les ballets russes de Diaghilev y el estreno de El sombrero de tres picos en 1919. Pero esto no fue ningún inconveniente, por cuanto yo no perseguía hacer historiografía, sino una ficción donde poder reflexionar sobre el artista y sus fantasmas; rindiendo, de paso, cumplido homenaje a los grandes creadores españoles (Falla, Picasso…) del período de entreguerras del siglo XX y al género del ballet español, convirtiéndolo en protagonista de un nuevo ballet.


¿Cómo le transmites a cada bailarín el personaje que tiene que hacer en escena?

Depende del bailarín; pero es fundamental que conozca a fondo la propuesta, las situaciones concretas y los procesos que le llevan de unas a otras. Le insisto en que los pasos y cada variación no son sino las sílabas y las palabras con que se comunican y que, por eso, tienen que dotarlas de significados concretos y engarzarlas adecuadamente en las ‘frases’ coreográficas: en el discurso coreográfico total. Y que, por último, su discurso dancístico sirve para transmitir emociones y sentimientos: que tienen que mostrar el alma.

Del El loco de 2004 al de 2022 que veremos en el Teatro de la Zarzuela ¿Vamos a encontrar cambios o sigue siendo el mismo Loco de entonces?

El espectáculo es básicamente el mismo, si bien tanto Javier Latorre como yo lo hemos sometido a un radical chequeo que nos ha llevado a soluciones más sintéticas (en algunos casos) y, sobre todo, a una actualización en los lenguajes dancístico-dramatúrgicos y a una mayor profundización en el tratamiento de los personajes y los conflictos.

Con todo, la mayor novedad está en los propios intérpretes (solistas, compañía en general), que recrean a su manera los acontecimientos narrados. Y excelentemente, por cierto.

¿Crees que pueden existir personas que se sientan identificada en su vida con la figura de Félix?​

Más allá de la vesania patológica de Félix, lo que El loco cuenta es el drama del desencanto del artista, el desgarrador conflicto de un hombre que (a la manera de Don Quijote) vive su propia realidad transformada en un mundo que no entiende y que siente como radicalmente hostil. Mi ‘Loco’ tiene mucho de personaje quijotesco.


Una última pregunta. Si tuvieras que volver a participar en la creación de un nuevo ballet sobre Félix Fernández ¿Harías el mismo o sería uno totalmente distinto?

Es algo que no me he planteado. Soy feliz teniendo esta segunda oportunidad para recrear al Félix Fernández que imaginé en 2004.