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© Antonio de Benito

Don Quijote

Estreno absoluto por Luisillo y su Teatro de Danza Española el 4 de noviembre de 1964 en el Teatro de la Zarzuela de Madrid (España). Estreno por el Ballet Nacional de España el 12 de julio de 1982 en la Plaza de Toros de Ciudad Real (España).

Coreógrafos

  • Luisillo

Ballet en seis episodios y un epílogo: Los molinos, Los galeotes, La venta     (enjaulamiento), Encuentro con la moza del mesón convertida en Dulcinea, Altisidora, La derrota (combate con el Caballero de la Blanca Luna) y el epílogo: La muerte de Don Quijote (imaginario encuentro con un mundo ideal).

Ficha artística

Coreografía: Luisillo
Música: Federico Moreno Torroba (original)
Figurines: Roberto Carpio
Escenografía: Rafael Carrasco
Libreto: Luisillo sobre la novela de Miguel Cervantes (preexistente)
Dirección escénica: Luisillo
Iluminación: Antonio

Partes

Primer episodio: Los molinos
Los molinos de viento... La eterna alucinación de Don Quijote, el eterno daltonismo que le lleva a confundir las cándidas aspas de los molinos con los hercúleos brazos de los gigantes. Lo importante es la intención que le anima. Porque pelear contra los molinos es poca cosa, pero contra los gigantes es heroico. Sin embargo, Don Quijote no vacila. El episodio cuenta esta rara aventura en la que Don Quijote, como en todas, sale con los huesos rotos y vapuleado, pero con el espíritu indemne y victorioso.

Segundo episodio: Los galeotes
El episodio de los galeotes ha sido universalmente considerado como la parábola de la humana ingratitud. Don Quijote no admite que los galeotes vayan a galeras contra su voluntad y los libera. Le ha redimido de años y años de trabajos y de fatigas y los galeotes le corresponden apedreándole. “Siempre Sancho lo he oído decir, que el hacer bien a los villanos es echar agua en el mar”. Don Quijote ya lo sabía, pero pese a eso, intentó hacer bien a los galeotes. La amarga experiencia no le escarmentará; “mal cristiano eres Sancho, porque nunca olvidas la injuria, que una vez te han hecho”, le dice Don Quijote a Sancho. Don Quijote sabía olvidarlas todas.

Tercer episodio: La venta
Hay que salvar a Don Quijote ¿Salvarle? Quizás eso sea un error decirlo. Traerle del mundo de sueños en que vive al mundo prosaico y real de todos los días. Ninguna conjura mejor intencionada que aquella del cura y el barbero para encerrar a Don Quijote en la jaula de la carreta de bueyes. Conjuración inútil -dicho sea de paso- porque Don Quijote se salvará de ser salvado -o perdido- y continuará como antes, en su mundo imaginado del que sólo saldrá un día, no para vivir sino para morir.

Cuarto episodio: Encuentro con la moza del mesón convertida en Dulcinea
¿Cómo es el rostro de Dulcinea? El conjunto de todas las perfecciones. Pero Dulcinea no existe, es una creación de la mente de Don Quijote y aquella moza de la que dice que es Dulcinea, es carirredonda y chata. Don Quijote se da cuenta de esos defectos, pero piensa que son los malignos encantadores los que le han puesto nubes y cataratas en los ojos para que la vea como en realidad no es. Con todo, Don Quijote no sufre decepción alguna y sigue haciendo de Dulcinea la reina y señora de sus pensamientos.

Quinto episodio: Altisidora
“Que sea yo tan desdichado que no ha de haber doncella que no me mire y que de mi no se enamore” -dice Don Quijote- “Que tenga que ser tan corta de ventura la simpar Dulcinea, que no la han de dejar gozar a solas de su firmeza”. ¿Qué la queréis reinas? ¿De qué la perseguís emperatrices? ¿Por qué la acosáis, doncellas de catorce y quince años? La farsa de Altisidora fingiéndose enamorada de Don Quijote es una de las más sugestivas. “Yo, Sancho bien veo que no soy hermoso, pero también conozco, que no soy disforme y basta a un hombre de bien no ser monstruo para ser bien querido, como tenga las dotes del alma que te he dicho”. En todas estas razones se apoya Don Quijote, para crear en la pasión que ha despertado en el corazón de Altisidora.

Sexto episodio: La derrota
Aventuras y desventuras... Ésta es la mayor de todas las derrotas, la que más pesadumbre le dio a Don Quijote de cuantas le habían sucedido hasta entonces. Una mañana por la playa de Barcelona, vio venir hacia él un caballero vestido con todas las armas, que le desafió a singular combate para hacerlo confesar que su dama era más hermosa que Dulcinea. “Si yo venciera -le dijo el caballero, que no era otro que su amigo el bachiller Sansón Carrasco- quiero que te retires a tu hogar por tiempo de un año”, era una treta para sacar a Don Quijote de los peligros de su locura. Don Quijote fue vencido y se dispuso a cumplir su promesa.

Epílogo: La muerte de Don Quijote
Antes del transcurso de ese plazo la muerte acabó con él definitivamente.