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Actualidad

El arte es un reflejo de la sociedad en la que se genera y a veces también una proyección de cómo se imagina. Con ocasión del Día de la Mujer, en el Ballet Nacional de España queremos reivindicar el papel de la mujer en la sociedad española reflexionando sobre cómo ha evolucionado la imagen que se ha transmitido de ella desde los escenarios.

El papel de la mujer en la danza española ha evolucionado de la misma forma que lo ha hecho en nuestra sociedad. Y nuestro repertorio refleja muy bien este cambio social y los roles que la mujer ha desempeñado históricamente y en el imaginario colectivo. Hay obras argumentales donde la mujer juega un papel tradicional: mujeres que no son dueñas de su propio destino, cuya vida está condicionada a los dictados de la costumbre social y a la autoridad masculina, como en El Rango, Bodas de sangre o El amor brujo. Y otras en las que la mujer lucha por decidir, situándose en los márgenes de la sociedad, como La Celestina; o desafiando el orden social, como Carmen. Mujeres construidas a sí mismas que han roto con las convenciones para intentar escribir el propio relato de su vida, como La Bella Otero. Son, todas ellas, obras que datan o se ambientan en periodos previos a 1970, mucho antes de que la lucha contra la desigualdad de género se incorporase, de forma general, a la agenda política.

Con posterioridad a esta fecha, la creación de personajes femeninos se ha abordado desde nuevas perspectivas más acordes con el sentir actual y que muestran caracteres autónomos y activos. Tramas en las que las relaciones se construyen sobre el diálogo con el otro y no sobre la dominación. Mareas, Silencio rasgado, Mujeres o Jacaranda son ejemplos de estas reflexiones contemporáneas sobre las relaciones y la feminidad en el repertorio del Ballet Nacional de España.

También hay obras atemporales, que tratan temas universales que aún interpelan al espectador actual y cuyo mensaje trasciende culturas y momentos históricos. Es el caso de Medea, Electra o Fuenteovejuna, con el personaje emblemático de Laurencia. Son piezas que abordan la complejidad de las relaciones de poder entre géneros, haciéndonos reflexionar sobre realidades que, desgraciadamente, siguen plenamente vigentes hoy en día, como el uso de la violencia.

Por otra parte, hasta tiempos recientes y como en otras escuelas dancísticas, la creación de nuevo repertorio de danza española ha estado restringido por la propia codificación del lenguaje, con patrones de expresión claramente diferenciados por géneros. Estas limitaciones se están diluyendo y, a día de hoy, sólo se mantienen para interpretar repertorio histórico. Un ejemplo de ello es nuestra última producción, Afanador. En ella, se reflexiona con plena libertad artística sobre el imaginario tradicional del flamenco —desde la mirada del fotógrafo Ruven Afanador—, deconstruyendo los códigos atribuidos a lo femenino y lo masculino para encontrar nuevas formas de expresión.

Sociedad y arte van de la mano y en el Ballet Nacional de España, como intérpretes y depositarios de un patrimonio dancístico particularmente rico, tenemos el compromiso de enseñar, desde los escenarios, la evolución de la sociedad española a través de la danza. Recordando cómo fuimos, mostrando cómo somos e imaginando nuevas realidades que nos acerquen más y de forma definitiva a la plena igualdad.